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sábado, 12 de abril de 2014

Taciturna la noche era
en aquella primera vez,
cayendo rendido a sus pies,
como un clavo en la madera.
esto no es una quimera,
yo lo siento en el corazón,
pues he perdido la razón
desde la noche estrellada,
que descubrí su mirada,
se convirtió en obsesión.

Se convirtió en obsesión
pero no de mala forma,
esto sólo me transforma,
de ser la presa a ser león,
qué, con amor, fuego y pasión
se dispone siempre a cazar
y quizá me pongo a pensar,
que no me maten sus besos,
como mueren estos versos,
y como naufrago en el mar.

Y como naufrago en el mar
me quedare a la deriva,
si de sus labios me priva
la mujer que deseo amar.
Y la manera he de encontrar,
para cumplir mis anhelos
de tenerla entre mis brazos,
llenar de caricias su piel,
besar esos labios de miel,
y entrelazar nuestras manos.

Aarón García

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